EL CONCLAVE

El valor sobrenatural del hoy "Papa emérito" Joseph Raizinger que tuvo para dimitir y abandonar el nombre y función de Benedicto XVI, escogido cuando hace ocho años fue elegido como timón y guía la Iglesia Católica, nos tiene hoy dándole la bienvenida al nuevo "cónclave" para la elección de su sucesor, que, por algún sector ora por convencimiento, por desconocimiento o porque se debe estar a la moda, se pide que sea liberal, ya dizque progresista, o de avanzada, en fin, sin numero de calificativos que nunca tendrán relación directa con su misión, entendida como probabilidad, porque chocan catastróficamente con los principios de la Iglesia Católica o Cristiana difundidos y pregonados por nuestro Señor Jesucristo.

En efecto, no tiene sentido ni razón de ser la existencia de divisiones intestinas en el Vaticano, mismas que por quienes tienen legitimidad para ello se han negado una y otra vez; pero, aceptando su posibilidad, nada tiene de especialidad en el próximo Sumo Pontífice para que sea capaz de desterrarlas. Decisión y mano firme; misma que tuvo Jesus cuando al entrar a la casa de Su Padre encontró mercaderes procediendo sencillamente, previa la advertencia de lo irregular que hacían, a sacarlos del sagrado lugar. Así de sencillo y simple.

Acaso para ello se necesitan las condiciones que se claman en quien sea elegido como sucesor de Joseph Raizinger? La respuesta es no, porque los actos irregulares, ilegales e injustos no demandan de cualidades excepcionales para ser evidenciados, detectados y erradicados, como que, contrario sensu, la rectitud y la equidad son connaturales al amor que enseñó Jesus como presupuesto inclaudicable en el ser humano para la conformación de una sociedad y de un mundo sano y en paz. 

Ahora, en oposición a esa condición natural del potencial Sumo Pontífice y que por lo mismo no resulta difícil ni imposible que confluyan en la variedad del ser humano que en fin de cuentas es el papable, sí encontrará un abismo absolutamente insondable, lo que que constituye la bandera y la finalidad de quienes se autoproclaman de pensamiento liberal, ora progresista, ya de avanzada, al abogar o pretender por la inclusión dentro de la humana concepción, de actos  y comportamientos que sencillamente van en contravia de la elementalidad de la vida preconizada por Dios cuando sentenció, entre otras, "creced y multiplicaos".

Aquellos, para quienes la progresión y la avanzada tienen otros rumbos u otras finalidades totalmente diferentes a lo que es en esencia la vida como componente vital de la sociedad, de los Estados y del mundo, en definitiva tendrían que contar con otro escenario, menos con este diseñado por nuestro Creador bajo aquella premisa de la multiplicación, potisima razón para que el Papa que ellos claman y por lo cual gritan a los cuatro vientos que necesita que coloque a la Iglesia en consonancia con su ficta realidad, no lo van obtener, no se va a producir. 

Tendremos en consecuencia un Papa digno de la Iglesia Cristiana; un ser humano bondadoso, misericordioso, benigno, abnegado y colmado de la espiritualidad necesaria que le permita, entre otras muchas cosas, no encontrar obstáculo -cual enseñanza del hoy emérito Papa-  para dar un paso al costado, muy a pesar, además que no se encuentra compelido por nada ni nadie, de todo lo que vitaliciamente le cobija y que por lo mismo el ser del común nunca podrá dar.



  

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