JUEZ COLEGIADO


La enorme complejidad; el gran compromiso que sugiere y significa ser juez lo dejó sentado el insigne Francesco Carnelutti en sus "Miserias del Proceso Penal"; su pluma con indiscutido tino consignó: "El Crucifijo que, gracias a Dios, en las aulas judiciales, pende todavía sobre la cabeza de los jueces y que todavía sería mejor que se hubiese puesto frente a ellos, a fin de que puedan posar con frecuencia su mirada en él, está para significar su indignidad; es, no otra cosa, la imagen de la víctima más insigne de la justicia humana. Solo la conciencia de su indignidad puede ayudar al juez a ser menos indignos". Regularmente se observa a sus espaldas, detrás de él y del escritorio que les sirve como escudo a la reacción de sus no pocos yerros voluntarios e involuntarios que de hecho suelen atropellar.

Ya que no solamente es el proceso penal donde se debe ejercer la majestuosidad, debe interpretarse como sencilla y llanamente dirigido el sabio mensaje o aquella sabia conclusión al Juez de la República, a la persona que es investida de semejante compromiso que es dilucidar, escudriñar y llegar a la verdad y con fundamento en ella dar su veredicto. 

Para evitar justamente aquellos potenciales yerros, es la existencia del Juez colegiado, es decir, la suma de varios jueces; sobre el tópico el mismo Carnelutti en aquella monografía indespreciable consignó: "La ley ha intentado todos los expedientes posibles para garantizar la dignidad del juez. El más obvio entre estos consiste en el juicio colegiado: puesto que el juzgar a otro hombre exige que quien juzga sea más que quien es juzgado, lo hace juzgar por varios hombres reunidos. A primera vista, el expediente parece ilusorio; una dignidad no se obtiene con la suma de varias indignidades. Pero lo cierto es que una cosa ha de considerarse la suma de varios jueces, y otra su unidad; no se trata, en el colegio, de añadir un juez a otro como los sumandos de una adición; sino de  vertere plures in unum, diríamos en latín, esto es, de hacerlos convertirse en uno solo".

Muy a pesar de ello, el logro de la "unidad" no se ha obtenido ni jamas se obtendrá como finalidad buscada por la misma justicia. Hoy, cuando se ha acrecentado su valor, es decir, de la justicia; en momentos en que sirve para toda suerte de retalaciones, de venganzas personales, de respuesta a los enemigos políticos cuando se carece de argumentos, para doblegarlos, etc. son disimiles las causas como motivaciones para no llegar a ella, es decir, a la "unidad" como la reunión, no de jueces o "dignidades" como se afirma Carnelutti en sus "Miserias del Proceso Penal", sino del veredicto del cual se pretende sea finalmente libre de cualquier mácula. Por ello que bueno como excelencia de la justicia, que fuese una verdadera "unidad", en otras palabras, que el veredicto o sentencia proferida por el Juez colegiado fuese verdaderamente "unánime" o bajo otra exégesis, producto de una "unanimidad conceptual". El destierro del consabido "salvamento de voto" no se convertiría en arma para las maquinadas mayorías.

Sin ahondar en minucias ejemplificantes lo son entre muchos otros, el caso del héroe Alfonso Plazas Vega, de quien solamente dos magistrados de los tres que conforman la sala confirmaron su condena en contravia a la ponencia de quien por ello salvo su voto; el doctor Fernando Londoño Hoyos a quien le fue igualmente confirmada su inhabilidad por una mayoritaria sala de la cual se ausentaron un gran numero e igual otro tanto salvó su voto.

Y, en mi caso, cómo es que en una sala, es decir, en integración del Juez colegiado, de los tres que la integran dos de ellos afirmen y concluyan que carezco de legitimidad por activa para impetrar una tutela por violación al debido proceso donde funjo como apoderado y donde se me han desconocido y no se me han ordenado las pruebas solicitadas; el tercero obviamente salvo su voto explicando seriamente por qué sí contaba con aquella legitimidad, dándole la razón al Juez de primera instancia que con absoluta consecuencia  y coherencia con la fáctica realidad, me había tutelado los derechos ordenando incluso la práctica de aquellas pruebas olímpicamente desconocidas.  

Por tales, no desproporcionados razonamientos, qué bueno seria una verdadera unidad en los Jueces colegiados. 


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