NI CON EL PÉTALO DE UNA ROSA...

Si, es un hombre público y sus actos por lo mismo adquieren la misma dimensión; de suyo, criticable y reprochable como el que más el acto que protagonizó con la misteriosa mujer cuando por razones y bajo circunstancias desconocidas decidió golpearla. Nadie puede desconocerlo, pero, el interrogante que se podría plantear es porqué motivo a tanta agresión e incluso con sevicia que se ha protagonizado en nuestro País contra mujeres dejándolas desfiguradas no se le ha dado el despliegue, la critica y la cacería que al deplorable acto ejecutado por Hernan Dario "El Bolillo" Gomez? Aquí hay más afán de figuración que de sinceridad; es lo que ahora llaman cuestión mediática; nada más y hay que sacarle jugo. Particularmente, con respecto a las mujeres, le hago eco a aquello de que "ni con el pétalo de una rosa", pero la honestidad y la sensatez tiene relevancia al margen del odio y del afán revanchista que se tenga generado por una otra razón. No debe desconocerse que el escenario fue un bar o una taberna, es decir, una noche al calor del licor, por lo que se ha referido la conocida laguna como el espacio en que El Bolillo procedió a golpear a la dama, razón suficiente para que en nuestro Estado Social de Derecho que tanto pregonan los periodistas y congresistas se analice la situación ya que constituye un estado de inconsciencia por decirlo sencilla y llanamente, estado este consagrado incluso por nuestra legislación penal, en el cual no se encontraban todos y cada uno de los que de forma voluntaria le arrojaron ácido en el rostro de la escogida mujer desfigurandola, en otras palabras, acabando sí su dignidad y de hecho su vida. Si bien la intención de "Especiales Pirry" la noche anterior con la emisión de aquel programa alusivo a la constante y mundial agresión femenina pudo no ser la que hoy pretendo, como sí recalcar su existencia y tendencia a su erradicación, en éste, admitiendo y reconociendo una vez más su gravedad, recuerdo sí que hay factores a tener en consideración cuando de señalar, juzgar y condenar se trata, como con exageración hizo el funcionario u operador judicial referido en el colofón del programa de Pirry cuando decidió dejar en liberdad al capturado agresor con ácido por lo querellable del episodio que, sabido es, deja de serlo por virtud de la incapacidad o secuelas del atentado, en ese caso evidentes y notorias, por lo mismo incontrovertiblemente permanentes.

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