LOS HIJOS.

Me he interrogado cuál es la forma más adecuada de levantar un hijo? Obviamente en el entendido más complejo que significa su comportamiento frente a la vida y con respecto a las muy variadas y complejas tentaciones que plagan su apenas camino en ciernes. De hecho constituye un tema supremamente espinoso para quienes somos padres de familia. Finalmente estoy convencido que mientras obremos con rectitud, sensatez y honestidad, y dentro de estos parámetros hacer brillar los principios que de una u otra forma se nos inculcara por nuestros padres, limados y matizados por nuestras propias vivencias, no tenemos porque rasgarnos las vestiduras cuando algo nos sorprenda, ya que soy de los que amarro el destino al designio Divino. En otras palabras el hombre como ser humano no está en la capacidad de manejar aquello del libre albedrío, cuando, si bien hacemos y actuamos como a bien tengamos, por completo ignoramos si el propósito buscado se nos cumplirá, ya que éste aspecto le atañe a El y solamente a El. En ese orden de ideas si hacemos de nuestros hijos destinatarios además de las voces bien intencionadas y revestidas del amor que obviamente se les proporcionan, de golpes y demás despropósitos con el convencimiento errado que de esa forma calará, finalmente podremos ser objetos de una mayúscula sorpresa porque estamos forzando el suceso y por contera el destino. Pero, si por el contrario omitimos ésto último y dejamos el sabor solamente del deber cumplido con aquellas voces y consejos, no debemos responsabilizarnos por los malos resultados cuando el hijo producto de su capricho y desobediencia de la que igual existirá alguna razón en esta cadena, decida obrar en contravia. La contrariedad puede ser lógicamente mucha, inconmensurable el desasosiego, pero no olvidemos que aquello del libre albedrío, no es del todo cierto, no es absoluto.
Puede ser difícil entender y comprender una tal situación, pero es así. No olvidemos que -como igual lo refiriera en su muy peculiar forma el célebre Cantinfas en su "Padrecito"- para la alegría y alborozo final del cristianismo o catolicismo hubo de existir el traidor encarnado en Judas Escariote, a quien Dios lo puso en el camino de Jesús para que por unas monedas le vendiera y vituperado, sacrificado, muerto y sepultado, finalmente resucitara para y por nuestro bienestar. Habiendo sido ese episodio, un igual inconmensurable dolor en últimas terminó siendo génesis de alegría y esperanza.
Dios es el dueño de nuestro destino; no olvidemos eso y en ese orden de ideas El sabe que nos sucede y porqué. Nuestra misión es no olvidarlo.

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